Senseless.

He estado pensando qué es lo que me hace perder la razón cuando estoy contigo, y es que quizá tú no lo hayas notado, que cada movimiento que haces marca el compás de mi comportamiento, y cada acción tiene el efecto de un tifón en mi.

No sé si es la forma en que me miras y logras entrar en lo más profundo de mi ser.

La forma en que te me vas acercando, con esa mirada que dice tantas cosas, y que no siempre logro descifrar.

O quizá sea la forma en que me abrazas, que me hace sentir que no hay nada más que tú y yo.

Tal vez, es la forma en que me besas y te apoderas por completo de mi y mi cordura.

También puede ser la forma en que poco a poco empiezas a besar mi cuello y haces que se me erice la piel.

Sentir cómo tus manos empiezan a recorrer mi cuerpo; cómo buscas acariciarme bajo la blusa, sabiendo que eso me hace perder el control.

Es cómo tus manos me masturban sobre la ropa, y me hacen sentir que ya no puedo más, que lo único que me podría recordar que sigo viva es sentirte dentro de mi.

La forma en que me vas desnudando, poco a poco, acariciándome y besándome.

Cómo recorres y has memorizado todos y cada uno de mis lunares.

Se trata, también, de cómo va cambiando tu respiración;

y de cómo, entrecortadamente, me dices te Amo mientras sigues repartiendo besos y caricias.

Simplemente, es que tu cercanía me deja sin palabras, y solo puedo emitir algunos te Amo y varios gemidos.

Se trata del olor de tu piel, que altera mis sentidos desde el momento en que te veo cerca de mi.

De cómo Tú, en todo lo que implicas y eres, logras erizarme la piel, adentrarte en mi alma y llegar a lo más profundo de mi corazón.

Es eso, y mucho más.

Empty like the ocean.

Y después de todo los sentimientos siguen aquí, enterrados, aunque no lo suficientemente profundos. Sé que de alguna forma lograré sacarlos de mí, pues la eternidad parece ser tiempo suficiente para empezar de nuevo, una vida tras otra, un aprendizaje tras otro, un amor tras otro, una emoción tras otra. 

No quiero un amor como el que Él me dio. Esas ilusiones que me brindó y en las que me dejé envolver,  que me desgarraron y me rompieron el alma. Ésas no las quiero. No quiero más espejismos, si he de llegar a un oasis quiero que sea real.

Buscaré rodearme de las cosas bellas que están a mi alcance, lograré construir la utopía con la que tanto he soñado, y llegaré hasta donde mi espíritu pierda el aliento y no pueda seguir; hasta que mis alas se rompan por ir contra el viento; y mis ojos no soporten más lo colores del mundo.

Seré tan libre como la propia naturaleza: me mezclaré con el agua, me evaporaré para poder huir con el viento, apareceré entre las llamas, y, finalmente me perderé en la más negra oscuridad hasta que en algún momento, decidida, me ocultaré y fundiré con la madre tierra "hasta que retorne a la oscuridad que me vio nacer".

Su encanto y su secreto.

Esa emoción intrusa que es constantemente invocada en relatos épicos y canciones que llegan del corazón. Aquel sentimiento inalcanzable, más completo y curativo, del cual nunca tenemos suficiente por ser tan enviciante. Lo amaba en ese momento, profunda y dolorosamente. El tenerlo por ese infinito segundo entre mis brazos, por única y última vez, mientras mi sufrimiento y desesperación fluían como cascadas convertidas en lágrimas, bañadas en tragedia y exasperación. Quería conservar este momento por siempre, quería aprisionar el sentimiento en el presente, matar al futuro y olvidar el pasado. 

Dulcemente, sus labios rozaron mi húmeda mejilla. Un beso eterno, suave, sincero. Un adiós en un susurro, sigiloso, doloroso y profundo.

Hoy solo queda el recuerdo de su voz.

Su voz que es su encanto y su secreto.

Faniilescas.

Loppujen lopuksi.

Después de todo lo que habíamos pasado solo me quedaba pensar que él estaría bien. ¿Yo? Yo no era algo importante, después de todo había sido mi decisión. No estaba segura que fuera lo correcto, pero después de todo lo que habíamos pasado, dudaba que hubiese otra solución. Alargar más nuestro tiempo juntos solo significaría alargar más y más nuestra tormentosa agonía.

            Nunca entendí bien como llegamos a esa situación de apenas soportarnos por un rato, de hartarnos de nuestros típicos juegos y berrinches, todo era algo personal, todo nos molestaba... Aunque realmente no se sentía tan mal. Ahora que lo pienso era lindo tener alguien en quien confiar por completo, alguien que me conocía y con quien podía hablar de todo.

            Quizá no me esforcé lo suficiente para lograr que esto a lo que llamo amor – eso que compartíamos y que no sé si para él lleve el mismo nombre – perdurara por mas tiempo. Quizá me confié demasiado, o, quizá era correcto lo que los demás decían, y él no era el indicado para mi.

            Dudo encontrar respuesta a eso algún día. Solo sé que estar sin él me está matando. No siento lo  mismo que al principio, eso es cierto. ¿Y si lo que él decía es verdad? ¿Qué tal si todo esto es solo porque no me gusta estar sola? Me cuesta admitirlo, pero tiene un poco de razón. Me acostumbre demasiado a su presencia, a saber que sin importar qué pasara, él siempre estaba ahí para mi.

            Creo que muy pocas veces le mostré cuán interesada estaba en lo que pasaba, y realmente muy pocas veces fui de ayuda para él. Pensándolo bien, todo lo que hacía era merodear alrededor suyo, quejándome de todo, incluso de las cosas que sabía que estaban fuera de mi control, y siempre le causaba problemas y dolores de cabeza.

            Si pudiera volver atrás el tiempo, no arreglaría las cosas entre nosotros. Buscaría la forma de jamás conocernos, y ayudarle a distancia. Así evitaría muchas dificultades en su vida, le hubiera ahorrado muchas desgracias y malas experiencias.

            No espero que él llegue a leer esto algún día. No espero que él espere que esté bien, tampoco espero que le importe. Solo quiero sacar todo lo que llevo dentro, que aunque no es poco, no es suficiente para ir y decírselo de frente.

            No hay manera de que ahora pueda mirarlo a los ojos después de la forma en que le traté.

            Realmente creo que era lo más sano para los dos: no seguir lastimándonos, no seguirme ilusionando con algo que no iba a pasar, ni esperar que él siguiera ahí para mi. Prefiero que me odie a que siga esperando a que lo necesite. No es justo.

            Tampoco es justo que yo quede como la mala en la relación, porque ambos cometimos errores, sin embargo, es más fácil para él superar las cosas cuando los demás están de su lado. Yo puedo volver a las sombras, de donde jamás debí salir.

            Es hora de retomar mi camino y dejar que él siga el suyo. No me agrada la idea, pero debo aceptar que él morirá en los brazos de alguien más, que la vida sigue aunque no esté a su lado, y, sobre todo, debo aprender a ser feliz viéndole feliz, aunque no esté a mi lado.

            ¿Deprimente todo lo que acabo de escribir? No lo sé. Pero así me siento.