Esa emoción intrusa que es constantemente invocada en relatos épicos y canciones que llegan del corazón. Aquel sentimiento inalcanzable, más completo y curativo, del cual nunca tenemos suficiente por ser tan enviciante. Lo amaba en ese momento, profunda y dolorosamente. El tenerlo por ese infinito segundo entre mis brazos, por única y última vez, mientras mi sufrimiento y desesperación fluían como cascadas convertidas en lágrimas, bañadas en tragedia y exasperación. Quería conservar este momento por siempre, quería aprisionar el sentimiento en el presente, matar al futuro y olvidar el pasado.
Dulcemente, sus labios rozaron mi húmeda mejilla. Un beso eterno, suave, sincero. Un adiós en un susurro, sigiloso, doloroso y profundo.
Hoy solo queda el recuerdo de su voz.
Su voz que es su encanto y su secreto.
Faniilescas.
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